SEÑAS DE IDENTIDAD DEL PPD

La política necesita contenido, propuesta y sustancia para recuperar el interes de la gente en ella, y superar una fase de excesivo formalismo y acento en los procedimientos que, aunque necesaria, cada vez resulta mas incomprensible para la inmensa mayoria ciudadana.
El PPD en su origen se distinguió por esa gran capacidad de captar las aspiraciones de la gente y responder a ellas de manera clara y simple. Hoy, si se lo propone, puede volver a realizar un gran aporte para reconciliar la política con la gente. Para ello es necesario, sin embargo, reconocer con mayor precisión los rasgos o señas de nuestra propia identidad: lo específico que hemos sido, que somos y que podemos ser en el escenario político nacional a pocos años de un simbólico cambio de siglo.
El PPD surgió como una respuesta amplia para recuperar la democracia: un partido instrumental al servicio de un objetivo determinado, pero de enorme trascendencia. Luego, frente a la transición se definió como un partido programatico, un partido al servicio de la transición, el mismo en situación de transición. Hoy frente a la consolidación democrática busca definir con más precisión su proyecto de sociedad.
Creo, sin embargo, que lo característico del PPD no es ninguna de estas definiciones sino algo que ha estado siempre presente en su convocatoria y atractivo para el ciudadano común y corriente: sus valores. El PPD es antes que nada un partido de valores y no es un partido tradicional doctrinario, ideológico o confesional.
Hoy cuando se han derrumbado las ideologías globalizantes y las grandes utopías y parece campear sin freno el pragmatismo y el escepticismo, la afirmación de valores es la respuesta más sólida y concreta para la inspiración ética y la aspiración utópica que la política necesita.
Los derechos humanos constituyen ese cuerpo de valores que inspiran ese accionar y conforman la utopía concreta a la que aspiramos. Los derechos humanos en su sentido integral, no como experiencia trágica de defensa de la vida recién pasada, sino como aspiracion futura de una vida mejor. Utopía para realizar aquí y ahora, y no para un futuro paraíso terrenal, que pone en el centro al ser humano concreto con minúscula y no a la humanidad abstracta con mayúscula: la persona humana, su vida, su calidad de vida y la autodeterminación de su propia vida, esa es nuestra utopía.
Los derechos humanos como principios construidos paso a paso por la humanidad, el derecho a la vida, los derechos civiles y políticos, los derechos económicos y sociales, el derecho a la autodeterminacion de los pueblos y las nuevas generaciones de derechos y libertades que han surgido en las últimas décadas - como el derecho a la diferencia de género y cultural y el derecho a un medio ambiente sano- conforman la primera y previa definición del PPD.
Ahora bien, ¿cuál es el proyecto del PPD? El PPD se ha definido hasta ahora como una fuerza progresista, moderna y democrática. Y eso es. Lo que tenemos que hacer es dar contenido, fundamento y raigambre a esas definiciones que rompen los moldes clásicos. Que es ser progresista y que es ser moderno hoy, mas allá de su obvia contraposición al conservadurismo y al tradicionalismo.
Creo que ello se define por tres cuestiones. La primera es asumir los derechos humanos como matriz cultural básica, verdadera conquista de la modernidad antes expuesta. La segunda es dar una nueva articulación a las viejas aspiraciones de libertad e igualdad. Y la tercera, es replantearse las dos definiciones anteriores en el contexto del desafío del nuevo mundo y de las nuevas realidades que surgen al iniciarse el próximo siglo y que, tal como en el Renacimiento, anuncian hoy un verdadero cambio de civilización.